24 de marzo de 2011

El Palacio de las Cigüeñas

EL PALACIO DE LAS CIGÜEÑAS


El mar estaba tranquilo, lucía el sol, y las velas se hinchaban con el viento, dirigiéndoles hacia la costa que dos días atrás había surgido a proa: una extensa línea de tierra que parecía no tener fin. Los elfos de Laentis-Anne eran los mejores navegantes, junto a los de Menedhrassé, de todo el Mundo, o eso decían... Las semanas que había durado el viaje, desde la Península de Ëslinor hasta las costas noroccidentales del Continente Nuevo de Ülathar, habían sido tranquilas, salvo en la mañana décimo tercera, que habían divisado un barco al este, en el horizonte. Aquellas aguas no eran nuevas para los elfos de Laentis-Anne, ya en tiempos remotos, sus padres surcaron aquellos mares, antes de que el continente emergiera de las aguas... Esta vez prefirieron rodear los Mares de Pridonia, navegando el Gran Océano hacia el sur, hasta Ülathar, donde vivían los bereberes, un pueblo de hombres que provenían del este, y que se habían asentado en esas tierras. Los elfos no sabían mucho de aquellos hombres, pero tampoco era la primera vez que navegaban hasta sus costas para comerciar.

Athal, Señor de la Marca de Utha, y almirante al mando de la flota, caminó sobre la cubierta hacia proa, y sus botas resonaron sobre la madera de la nave. Sobre su cabeza, las velas hinchadas lucían el emblema de su casa, pues comandaba aquella flota en su propio nombre, y todos los navegantes lo seguían. Al llegar a proa, observó a través de su catalejo, y vio aquella tierra baldía, donde terminaban los Desiertos de Arena. No comprendía cómo allí podía vivir gente, en medio de nada, del puro desierto. Pero aquellos hombres habían logrado levantar allí una civilización, y ya algunas ciudades comenzaban a nacer. Athal, al ver un puerto en la línea de playa, sacó su cuaderno de bitácora, y desplegó un mapa que tenía de aquella costa. Trazó un punto, marcando el puerto en la carta náutica, y observó para asegurarse que no erraba la situación. Tras guardar cuaderno y catalejo, se dirigió a su tripulación, dando órdenes e indicando el destino. Alcanzarían aquel puerto al anochecer...

- Nobles marineros de Eslian, por fin hemos arribado al punto más occidental donde los arabis han llegado, uno de los Grandes Linajes de los Hombres, nacidos en lo que fueron las Selvas de Furia, y que tras el Gran Cataclismo ardieron hasta reducirse a los Desiertos de Ceniza, donde no volvió a crecer nada. Estos hombres han sufrido serias penurias, pero aun así, han logrado conquistar el norte del Nuevo Continente de Ülathar.- Athal respiró, observando a su tripulación, que le observaba. Extendió el brazo hacia detrás, señalando a proa.- La costa que se extiende ante nosotros es el principio de un inmenso desierto de pura arena, y ellos han encontrado la forma de vivir aquí. Deberíamos admirarlos por ello... Observadlos bien, pues son quienes han heredado estas tierras, surgidas del fondo marino.- El almirante se dirigió de nuevo a proa, para continuar observando la costa, para anotar en sus cartas los accidentes geográficos más pronunciados.- Que cada uno haga bien su trabajo, y esta noche dormiremos sobre tierra firme.- Dijo antes de retirarse.


Continuará...






El Palacio de las Cigüeñas
Darka Treake

17 de marzo de 2011

Los Mares de Munesia

Estos días estamos comenzando a planear un gran viaje que tenemos en mente desde hace muchsísimo tiempo. Para verano de 2013, cuando hayamos acabado la tesis, dos amigos y yo, pensamos ir al Pacífico. Pretendemos pasar todo el verano de 2013 de isla en isla, con largas termporadas donde estemos más agusto. La idea de coger un barquito, y recorrer entre islas cercanas no se descarta...
Suena a locura, pero llevamos ahorrando ya mucho tiempo, y aun nos quedan 2 años más, así que lo vemos realmente viable.
Y estos días hemos comenzado los preparativos, a mirar destinos,y formas de llegar. Nuestro punto de reunión (pues estamos en los extremos de España: Galicia, Mallorca y Tenerife) es este blog: μ-Nesia.

Y todo ello me ha hecho pensar en cómo serían esos lugares en Mi Mundo, y he sabido cosas...
Resulta que tras el Gran Cataclismo, en que el Mundo casi se partiera, nació toda una cadena volcánica submarina, que se extendía desde las Tierras Orientales de Catai hasta las Tierras Prohibidas de Hiria, que las separaban más de 3000 millas náuticas, entre 6000 y 7000 Km. Allí donde las erupciones volcánicas alcanzaron la superficie del mar, se formaron innumerables islas, y entre ambos continentes quedó lo que llamaron la Cadena Volcánica de Munesia.

Estas regiones del Gran Océano, que separaban ambos continentes, fueron conocidas como los Mares del Fin del Mundo, pues para lo hombres del Catai, y de los Desiertos de Ceniza y más tarde del Viejo Mundo, aquello significaba el final de las aguas navegables. Algunos colonizaron las islas más cercanas a Catai, el Mar de las Especias lo llamaron, pues en las incontable islas había riquezas exóticas que no se hallaban en ningún otro lugar del Mundo. Las islas volcánicas y coralinas maravillaron a todos.

Los elfos habían mantenido aislada la Tierra de Hiria durante el tiempo que duró su Edad, pero cuando los hombres comenzaron a colonizar el Mundo, les resultó realmente difícil conseguirlo. A muchos les engañaron, haciéndoles creer que en tras aquellas aguas terminaba el Mundo, y por miedo, la mayoría jamás las navegaron. Los Mares del Fin del Mundo fueron una leyenda, y gracias la miedo, los hombres se mantuvieron lejos durante milenios. Pero los elfos de Hirinen y Gelidén, que gobernaban la Cadena Volcánica de Munesia, confiaron en algunos hombres, y les permitieron vivir en aquellas islas alejadas de todo. Los Siluallüi, que nacieron en la Tierra de Hiria y habían entablado muy buenas relaciones con los elfos de Hirinen, lanzaron fuertes oleadas migratorias sobre las nuevas islas formadas, y colonizaron muchas de ellas. Las primeras migraciones sucedieron pronto tras el Gran Cataclismo, en que las islas se formaran. Pero más tarde, en el S. V antes del comienzo del calendario del Viejo Mundo, estos hombres de tez negra y tecnología rudimentaria, colonizaron muchas islas más allá, acercándose peligrosamente a los Kitan y a Catai. Pero los Siluallüi se mantuvieron fieles a los elfos, y no fueron más allá sin su permiso.

Los Kitan, que provenían de Catai, se mantuvieron fieles a los elfos al principio, evitando navegar más allá del Mar de las Especias, pero éstos fueron un pueblo próspero, y bajo la influencia de los elfos de Gelidén, aprendieron la navegación y su cultura se desarrolló rápido, y comenzaron a hacerse preguntas... Al final, trataron de saber más, y así se libraron las Guerras del Fin del Mundo, en que los elfos los rechazaron durante las tres guerras, que se libraron en los Siglos II, XI y XVI.

Los arabis, los hombres que habitaban los Desiertos de Ceniza no fueron diestros en la navegación hasta más tarde, tras la Guerra de los Mil Años, que azotó el Viejo Mundo, muy lejos de los Mares de Munesia. Los arabis establecieron un comercio de especias y otros materiales durante mucho tiempo, gracias al cual mantuvieron el monopolio de las especias, única vía por tierra hasta el Viejo Mundo. jamás entablaron batalla contra los elfos en los Mares de Munesia.

En torno al S. IV antes del calendario de los hombres de occidente, los helenos, bajo el mando de un poderoso emperador, alcanzaron las Tierras Orientales de Catai, y ya así los habitantes del Viejo Mundo se maravillaron con los tesoros exóticos de aquellas aguas. Ellos fueron los primeros habitantes del Viejo Mundo en llegar hasta los Mares de Munesia. Pero el imperio que habían creado sucumbió durante las Guerras de los Mil Años, cuando los arabis reconquistaron los Desiertos de Ceniza, y éstos ya jamás volverían a regresar por tierra.

Más tarde, alentados por la perspectiva, y gracias a los avances en la navegación, los pridonios, uno de los grandes pueblos de los hombres del Viejo Mundo, codiciosos de las maravillas de estas regiones del Mundo, alcanzaron sus costas. Aquel contacto inesperado para los elfos, se saldó en la Guerra de las Especias, que duró largo tiempo, y en la que participaron muchas naciones del Mundo de la época. La intención de los hombres fue instaurar el comerció marítimo de las especias. Los elfos al final se lo permitirían, pero jamás les dejarían ir más allá del Mar de las Especias...



A continuación os presento los mapas que he hecho de los Mares de Munesia, aquella región del océano que los elfos ocultaron a los hombres, los cuales los conocieron como los Mares del Fin del Mundo...

MARES DE MUNESIA



MAPA HISTÓRICO DE LOS MAERES DE MUNESIA
(Trazado por los elfos de Hirinen)

2 de marzo de 2011

Las Islas Flotantes




Las Islas Flotantes se crearon durante las cruentas Guerras de los Dioses, en que el Mundo casi queda destruido. En las Islas Flotantes, cuando dio comienzo la Edad de los Elfos, nació uno de los Grandes Linajes de los Hombres, el de los Celtas. Ellos fueron, como todos los hombres, rudimentarios al principio, pero pronto aprendieron a escuchar a la tierra, y de ella, aprendieron mucho. Pero los celtas no fueron los únicos habitantes de aquellas islas, pues allí también nacieron otras criaturas, los seres del bosque... Entra las altas montañas, sus valles y los extensos bosques que cubren las islas, vivían tanto criaturas mágicas, como hadas o árboles conscientes, como pielesverdes y otros monstruos. Allí los celtas prosperaron, y alcanzaron a colonizar todas las islas, cuando aparecieron los elfos...

Anne, primera de Laentis-Anne, guió a los suyos, huyendo de la Tierra de Aradán, alcanzando el Viejo Mundo, a la península que ellos llamaron Ëslinor. Pero algunas de sus naves, por orden mismo de Anne, echaron ancla en las Islas Flotantes, y así ambas civilizaciones se encontraron. Los elfos, al encontrar a los hombres, los tomaron como a cualquier otra criatura del bosque, sin darles importancia. Por aquel entonces los elfos colonizaron gran parte del Viejo Mundo, levantando las grandiosas ciudades que aun los recuerdan, algunas de ellas en las Islas Flotantes.

Y con el paso del tiempo, los celtas evolucionaron, alcanzando conocimientos suficientes como para que los elfos los tuvieran en cuenta. No sólo los elfos de Laentis-Anne encontraron a los celtas en las Islas Flotantes, también descubrieron que había otros pueblos de hombres a lo largo del Viejo Mundo...

Los elfos no se llevaron tan bien con los demás hombres, como con los celtas. Con ellos entablaron una gran amistad, que se prolongó mucho tiempo. Los celtas aprendieron mucho de ellos, y su civilización se desarrolló mucho. Aprendieron de ellos a canalizar el poder de la tierra, de los bosques, y de las aguas. Los druidas, los llamaron, algunos... Juntos a los elfos de Laentis-Anne, los celtas navegaron a la Península de Ëslinor, en el Viejo Mundo, Y así, su civilización se extendió a lo largo del continente, allá donde fueron ellos...

Pero por aquella época ocurrió el Gran Cataclismo, una catástrofe que lo cambió todo. Al surgir el Continente Nuevo de Ülathar de las Profundidades, los océanos se movieron, y las Islas Flotantes, que estaban más alejadas del Viejo Mundo, se aproximaron a la deriva. Terribles terremotos sufrieron las islas, y toda su geografía cambió. Lo que una vez fueron las Islas Flotantes, ahora eran completamente diferentes. Las ciudades de los elfos quedaron arrasadas, y muchos de ellos, como de los celtas o las criaturas del bosque, murieron. Tras aquello, los elfos de Laentis-Anne se marcharon de las islas para siempre...

Así, allí quedaron los celtas, que debieron seguir viviendo en sus tierras sin los elfos. Las Islas Flotantes ahora eran un territorio que parecía inhóspito, de lo diferente que era, y ellos supieron colonizarlo pronto. Los celtas que siguieron viviendo con los elfos en el Viejo Mundo, recobraron el contacto con los de las Islas Flotantes pasado un tiempo, y así aquella civilización continuó creciendo floreciente.
Tiempo después, los hombres, a lo largo del Viejo Mundo, habían evolucionado mucho, y habían ocurrido el inevitable choque de civilizaciones. Los helenos, al sur del Viejo Mundo, que hasta ahora habían sido la gran potencia del Mare Nostrum Interioris, estaban en declive, pues los pridonios les superaban en fuerza militar. Aquellos hombres parecían haber nacido para luchar, su pueblo fue muy grande, y no tardó en alcanzar las Islas Flotantes, y las Península de Ëslinor, donde vivían los elfos de Laenti-Anne, junto a muchos celtas. Los pridonios combatieron a los elfos, y a los celtas en las Islas Flotantes, y grandes territorios les conquistaron.

Arribaron a las islas del sur, y allí comenzó la matanza. Esos hombres no venían en son de paz como los elfos, sino con ansia de conquista. Exigían sublevación y servidumbre, esclavitud entre otras humillaciones, y los celtas no estaban dispuestos a ceder. Las lucha fue terrible, lo llamaron las Guerras de Onairda, que fue una ciudad celta que cayó bajo el poder pridonio, fue arrasada hasta los cimientos. Los celtas fueron retrocediendo hacia el norte, hasta que los pridonios levantaron una gran muralla, y se detuvieron.

Hacía tiempo que en el Viejo Mundo había estallado la Guerra de los Mil Años, y los vesorianos, uno pueblo de hombres que provenía del este, de más allá de las Montañas del Anochecer, había conquistado grandes territorios. Así, el equilibrio que había permitido a los pridonios alcanzar las Islas Flotantes, y acorralar a los celtas en el norte, se había roto, y las tropas fueron retiradas, llevadas al frente, en el Viejo Mundo. Allí los pridonios combatían con los gonotes, que huyendo de los vesorianos, amenazaban con alcanzar sus tierras.

Así, las Islas Flotantes gozaron de paz por un tiempo. Los pridonios, los elfos, los celtas, los gonotes, y los demás pueblos que habitaban el Viejo Mundo, dejaron las islas en calma mientras se enfrentaban a un enemigo mucho mayor. Al final, juntos, acabaron con la amenaza de los vesorianos y las bestias, y la Guerra de los Mil Años dio fin.

Después de aquello, los elfos de Laentis-Anne, abandonaron el Viejo Mundo para siempre, pues sabían que los hombres tenían tanta ansia, que no les permitirían vivir ahí. Así, pridonios, no dudaron en conquistar la Península de Ëslinor, expulsando fácilmente a los celtas que quedaban en ella. Éstos se marcharon a las Islas Flotantes, donde encontraron a los descendientes de sus antepasados. Aquellas familias ya eran muy diferentes, pero aun así, se trataron bien, y tuvieron buena acogida en las islas.

Allí vivieron los celtas mucho tiempo, hasta que al fin, los demás pueblos de los hombres habían crecido tanto en el Viejo Mundo, que sus linajes ya se habían mezclado, y diferentes civilizaciones convivían a su largo y ancho. Algunos de ellos zarparon rumbo a las Islas Flotantes cerca de la misma época. Los primeros fueron los nórdicos, que provenían de la Tierra Helada de Vikinga, que asediaron a los celtas, lanzando encarnizadas incursiones. Los nórdicos levantaron algunas ciudades que aun hoy viven florecientes, y que por aquella época fueron puertos de desembarco de tropas. Después llegaron los ovidios, un pueblo proveniente del mestizaje de pridonios, gonotes y nórdicos. Ellos llegaron al sur, como antaño los pridonios, pero esta vez venían dispuestos a quedarse. Arturus, un caballero que provenía de la Península de Insidia, como habían llamado los hombres a la Península de Ëslinor, desembarcó en la Isla de Iér, cuyas playas se extienden hasta convertirse en estepas de pasto verde, que terminan en la otra orilla de la isla, de la misma forma, con arena blanca...

Los ovidios atacaron a los celtas sin piedad, y como antaño, se vieron replegados hacia el norte. Algunos quedaron, en los Bosques de Aladéi, al sur de la Gran Isla de Thaára, pero la mayoría se ocultaron entre las montañas al norte de la isla. Los nórdicos en aquel momento controlaban gran parte de la Isla de Luthéa, combatiendo también contra los celtas, pero al final se encontraron también con los ovidios.

A aquellas batallas por las Islas Flotantes, lo llamaron las Guerras de Arcturia, pues al terminar, los ovidios dominaban la Gran isla de Thaára, cuando fundaron la Dinastía de Arcturia, proclamándose Arcturus su primer Rey. Más tarde sus vástagos conquistarían la Isla de Luthéa, y las demás que forman las Islas Flotantes, y el Reino de Arcturia alcanzaría de costa a costa, hasta las Islas de los Ahorcados y las de Moréi, al noroeste.

Los ovidios lograrían hacerse con el control de las Islas Flotantes, pero lo que quedó, la cultura que floreció en ellas, fue el resultado inevitable de la mezcla de todos aquellos pueblos. Siempre quedaron celtas, en las montañas al norte de la Gran Isla de Thaára, y los nórdicos no dejarían de lanzar severas incursiones contra el Reino de Arcturia, y así el tiempo se sucedería, y sus habitantes continuarían sufriendo sus penurias, pero también teniendo sus buenos momentos...



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