Kalhia, Primera de la Alta Estirpe de los Elfos de Quivarén, fue una de las personalidades más importantes en las historias de los elfos. Su vida fue en algunos momentos exitosa, y en otros triste. Siempre se le recordó por ser una de las más grandes guerreras que combatió en las Guerras de las Sangre, que enfrentó a los primeros elfos, y por ser una amante entregada.
Cuando los Doce Navíos Elfos llegaron a la Tierra de Aradán, los elfos de Quivarén, los Señores de los Dragones, arribaron a las costas escarpadas más occidentales de la isla. Allí, entre altas montañas y profundos valles habitaron durante largo tiempo. Convivieron con los dragones, trazando fuertes lazos de amistad. Ellos les enseñaron a amar aquella tierra.
Los elfos de Quivarén no participaron en el Primer Concilio de los Elfos, puesto que su cultura aun no había entrado en contacto con las demás Casas de los Elfos.
Pero cuando por fin descendieron de las montañas, y se encontraron con los demás elfos de la Tierra de Aradán, entablaron grandes y duraderas relaciones.
Cuando los elfos de Yandalath, los Castigados, amenazaron con atacar aquella isla que los elfos cuidaban, y todos se reunieron en el Segundo Concilio, Kalhia acudió, junto a Ikeo y Líamo, en representación de todos los elfos de Quivarén. Fue entonces cuando le juraron fidelidad a Aradán, y se comprometieron a luchar contra los elfos oscuros.
Aquello fueron las Guerras de la Sangre, las más cruentas que azotaron aquella tierra. Los elfos de Yandalath, habían abierto un portal mágico a otro mundo, y con tal poder, osaron desafiar a todos los demás. Efgo, quien los gobernaba, se autoproclamó Rey de todos los elfos, y en contrapartida, Aradán se alzó dirigiendo al resto en batalla. Fue una terrible masacre...
En aquella disputa, Kalhia jugó un papel decisivo, dirigiendo una hueste que logró ciertas victorias que dieron seria ventaja al bando de los elfos de Aradán. Su mayor éxito en campaña fue derrotar a Örlogo, hijo de Efgo, de Yandalath, quien estaba al mando de la llamada Hueste Sombría. Örlogo había sido una de las puntas de lanza de la ofensiva de los elfos oscuros. Cuando se enfrentó con Kalhia, había arrasado ya grandes territorios, acabando con muchos ejércitos. Bajo su paso, habían sucumbido los ejércitos de Aván, de Avanissián, y había logrado que la Alta Estirpe de Gelidén huyera de la Tierra de Aradán...
La victoria de Kalhia sobre Örlogo terminó con la amenaza de su Hueste Sombría. Éste huyó y el paso quedó libre hacia el grueso de los ejércitos de Efgo. Aquella victoria supuso el comienzo del fin de los elfos de Yandalath.
Cuando las Guerras de la Sangre terminaron, con la derrota de los elfos oscuros, que huyeron a refugiarse a las Tierras de Elhada, se formó el Tercer Concilio de los Elfos. En él, los elfos quedaban se repartieron la tierra, pues lo que antes había sido una gran isla, ahora era un archipiélago de incontables islas.
A Kalhia e Ikeo, que se habían casado, se les otorgó el Reinado sobre la isla de Sa Dragonera, la cual está cubierta de altas montañas, con riscos y valles encantadores, cual alfombra abrupta que domina todo paisaje. Por el contrario, a Líamo de Quivarén, se le negó esta tierra, y se le dio el dominio sobre la isla de La Ildangarda. Tras esta reunión, Kalhia e Ikeo se enemistaron duramente con Líamo, ninguno de los cuales volvería jamás a escudarse bajo el emblema de Quivarén.
Poco tiempo después, Ikeo, primero de Quivarén, murió, atacado por una enfermedad que diezmó mucho la población en la isla de Sa Dragonera. Kalhia, que sobrevivió a la epidemia, lloró su muerte hasta tal punto, que decidió encerrarse en el mausoleo que se levantó en lo alto de una montaña. Se encerró y ya jamás volvió a asomarse al día. Allí veló por largo tiempo el cadáver de su amado, y sólo recibió la visita de sus doncellas, que le traían víveres para subsistir en su condena autoimpuesta...
Tras aquello, el hijo primogénito de ambos, Oloss, fue nombrado Rey de la Corona de Kalhia, como llamaron a la Dinastía que Ikeo y Kalhia fundaron con su unión. Y tras su muerte, tiempo después, reinó Soro, su hijo, quien aun gobierna en los palacios de piedra de la Isla de Sa Dragonera.
Dicen que con el tiempo Kalhia murió, de pura tristeza, y que su cuerpo se consumió, pero que su alma perduró en aquel mausoleo. Aquella construcción aun se mantiene perdida en la cima de aquella montaña, de la isla de Sa Dragonera, y allí, cuentan, el alma de Kalhia aun vela a su amado Ikeo...
Que su recuerdo perdure siempre.
Como prometí, quería presentaros el cuento de Los Doce Navíos Elfos.
Kalhia, de Quivarén, sólo es uno de los personajes que forman la historia.
No sólo es uno de mis favoritos, sino que fue un personaje decisivo, como habéis comprobado.
me pidió si podía realizar una ilustración del cuento, y la idea me encantó.
Le aconsejé ilustrar el personaje de Kalhia, porque me tenía maravillado.
El resultado podéis verlo a continuación.
Cris, me encantó este retrato de Kalhia, te quedó genial!!! Gracias!!
Retrato de Kalhia, Primera de Quivarén,
Os dejo aquí algunos enlaces, por si he logrado tocar vuestra curiosidad:
Los Doce Navíos Elfos